Tu manto, María
María, toda la ternura del mundo se reúne en tu rostro. Como una madre, tus brazos son el mejor refugio ante el dolor y la soledad. Tu consuelo es necesario para seguir adelante y tu manto es el cobijo más grande y hermoso que Dios nos haya podido regalar. Acércanos a tu hijo siempre.
Amén.
Amén.
Virgen de la Concepción |
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