Humildad
"No hay humildad sin humillación" dijo el Papa Francisco hace poco y es cierto. Hay momentos o circunstancias que nos hacen sentir mal, nos dan un sentido de proporción y nos reubican en la realidad. Eso me pasó hoy (030216). Se siente feo y es triste verse menos que alguien más o poca cosa. Es muy posible que sea pura sugestión o baja autoestima, pero tiene al final un propósito: tomar conciencia de nuestras debilidades y valorar y motivar nuestras fortalezas.
La fuerza, el valor, el coraje y la virtud dependen de cada uno de nosotros y son esos momentos (aunque duros) y cómo los abordemos, los que construyen y forjan nuestro carácter. El mejor aliado, en esos instantes, es Dios. Sabernos sus hijos, debería bastar para que cualquier tribulación del mundo fuera inferior ante su amor y compañía. Sin embargo, el mundo, a nuestro pesar, no funciona como quisiéramos. Esa es la realidad.
Las personas nos hacen daño, queriéndolo o no. Es esos casos, solo Dios es nuestro testigo interior y a él me abogo cada vez que temo y siento dolor.
Mañana es un nuevo día para recomenzar, para mejorar y salir a caminar por la vida. Somos como somos, porque Dios nos creo y debemos confiar en que lo que nos preocupa hoy, nos haga crecer y ser mejores.
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