Pérdidas
Seamos como seamos, vengamos de donde vengamos, todos hemos perdido algo. Y aun cuando conseguimos alguna cosa, parece también que la hemos conseguido perdiéndonos de algo. En este infinito misterio que es la vida, en el que vamos transitando, a todos nos toca un propósito; y reímos y lloramos, buscando un sentido y un objetivo.
A veces me lamento por todo lo que he llorado, por todo lo que no he cantado, gritado o vivido. Sin embargo, si lo veo desde otra perspectiva puedo pensar que Dios me ha dado la oportunidad de conocer de frente el lado más triste, pero también el más bello de la vida. He conocido lo más ruin del ser humano (por ejemplo, la prepotencia), pero también lo más sorprendente que puede poseer el hombre: su voluntad.
Dios quiso que yo viera un poco más allá y me permitió adquirir cierta conciencia y sensibilidad a mi corta edad. Siento nostalgia, pero a la vez reconozco, como privilegio, el haber vivido tantos contrastes.
No debemos huirle al dolor, porque en el dolor hayamos hermosas virtudes como la compasión, la solidaridad, el amor, el perdón, la empatía y muchas más. En este andar no deberíamos ir solos, todos merecemos amor y compasión como hijos de Dios. Hay algo más allá de lo que ven nuestros ojos, debemos mirar entonces con el corazón.
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